La prueba de oscuridad es un examen oftalmológico especializado que permite evaluar si la presión intraocular (PIO) del paciente se incrementa en condiciones de baja iluminación. Este fenómeno puede ocurrir en ciertos tipos de glaucoma de ángulo estrecho, donde la anatomía del ojo favorece un cierre parcial del ángulo de drenaje cuando las pupilas se dilatan en la oscuridad, dificultando la salida del humor acuoso y provocando una elevación de la presión ocular.
El examen se realiza en dos etapas. Primero, se mide la PIO en condiciones normales de luz. Luego, el paciente permanece en una habitación completamente oscura durante un período determinado, lo que induce la dilatación natural de las pupilas. Al finalizar ese tiempo, se realiza una segunda medición de la presión ocular para observar si hubo una elevación significativa. Este cambio puede ser clave para detectar casos que podrían pasar desapercibidos en un control habitual.
La prueba de oscuridad se indica especialmente en pacientes que presentan:
Es un procedimiento rápido, no invasivo y bien tolerado, que no requiere preparación especial. La información obtenida permite al oftalmólogo tomar decisiones clínicas más precisas, como indicar estudios adicionales (gonioscopía, iridotomía profiláctica, etc.) o ajustar el tratamiento preventivo en pacientes con riesgo de desarrollar glaucoma agudo.
Detectar una elevación de la presión ocular en condiciones específicas, como la oscuridad, puede ser clave para prevenir daños irreversibles al nervio óptico y proteger la visión a largo plazo.